Madrid tiene una nueva tipografía propia, de nombre Chulapa, para representar a la ciudad en cualquier lugar. Porque el arte, el diseño, las tipografías y la señalética ayudan a los ciudadanos, ofreciéndoles mejores vistas, mejor orientación y mejores sensaciones.
La capital española es un modelo claro de disfunción entre el arte, el diseño y la tipografía que no suele llegar a los habitantes, aunque hay proyectos que rompen esa regla, como el del diseñador gráfico Pablo Gámez, que ha transformado algunos planos callejeros de la ciudad con creaciones originales, con enjundia y tradición. “La verdad es que no sabría contestar a qué puede aportar el arte a la vida cotidiana de los ciudadanos. En el diseño y la tipografía (en especial en España) el porcentaje de expresión artística es bajísimo por exigencias del mercado. Creo que el arte podría aportar mucho a nuestras vidas, pero actualmente no ocurre por la visión superficial y estereotipada que se tiene del mismo desde las instituciones”.
Existen urbes en las que esa visión estética (y funcional, por supuesto) forma parte del día a día. No es algo excepcional, ni una performance para mayor gloria del artista. “Son la voz de la ciudad, una voz que puede ser amable y ligera o áspera y lejana. El diseño es importante a la hora de definir el alma de la ciudad”, dicen Luis García y Patricia Bolinches, diseñadores gráficos e ilustradores del colectivo BYG.
García y Bolinches se encuentran realizando un mural en el edificio de Tabacalera, en Madrid. Les gusta experimentar y este tipo de intervenciones ‘callejeras’. “Creemos que el arte urbano embellece las ciudades, les quita la parte cruda de nuestro día a día, convierte las ciudades en museos al aire libre donde sin darte cuenta estás constantemente en contacto con las obras. Influye y pensamos que siempre para bien, nos convierte en críticos de arte, nos hace parar a contemplar cómo trabaja el muralista, a ver y entender la complejidad de cada trabajo. Acerca el arte al viandante. Y le alegra”.
“Se está haciendo mucho por la señalética –confiesa la arquitecta e interiorista Teresa Sapey–. Soy muy positiva con respecto a la integración del arte, el diseño y la señalética en las ciudades. La gente que nos gobierna cada vez tiene más sensibilidad hacia este tema. Creo que desde las paradas de los autobuses a la cartelería se ha mejorado mucho. El arte y el diseño se palpa en Madrid… excepto en los parques de los niños, que se han quedado muy obsoletos. En cuanto al arte urbano, no es tan exitoso como se creía. Tú compras un botero, lo pones en la Castellana y nadie se entera y ni sabe de quién es. Cuando el arte urbano está hecho a medida para los ciudadanos, como el puente de Juan Bravo de Samper, es una obra maestra”.
Pablo Gámez anduvo en los papeles por la creación de la tipografía bautizada como Chulapa. El proyecto nació como un trabajo de estudiante de Silvia Fernández Palomar, diseñadora e ilustradora madrileña, dedicada a investigar nuevos campos a los que aplicar la conjunción entre arte y diseño. “Silvia interpretó las placas de la calle con un estilo Sans y geométrico (sin remates al final de trazo). Nacho Padilla, director creativo del Ayuntamiento de Madrid, conoció el proyecto y nos contactó a Joan Carles Casasín y a mí, y decidimos redibujar las letras manteniendo el estilo Sans, pero con más detalles que los mostrados en los azulejos que creó el ceramista Alfredo Ruiz de Luna para señalizar algunas calles de la ciudad. En esas placas, una característica importante son las ligaduras, que unen ciertas letras y las hacen cambiar de forma para adaptarse al espacio. Diseñamos y programamos estas ligaduras para que los diseñadores las usen cuando lo deseen. Hemos creado tres variantes (Light, Regular y Bold) que se pueden descargar gratuitamente en la web diario.madrid.es/chulapa”.
Cupiditate accusantium ut ut corrupti. Incidunt dolorem consectetur delectus nostrum ipsum laudantium libero. Et voluptatem soluta at ut. Distinctio incidunt praesentium laboriosam nemo quod. Aut sit cum eligendi error sunt cupiditate.
Pablo Gámez pone a Berlín como ejemplo de esa conjunción entre arte, diseño y letras de la que España está lejos: “El diseño por sí solo no es arte. Tiene una función, y puede expresar la voz de un cliente, del autor o de ninguno de ellos. En España predomina un diseño “de batalla”, donde el diseñador es prácticamente unas manos ejecutoras de las necesidades del cliente, y elabora los trabajos casi sin pensar. Existen otras formas de entender la profesión. El diseño especulativo, performativo, entender el proyecto como proceso y no como resultado… Hay ejemplos como los estudios The Rodina, Ruedi Baur y Zach Lieberman. En su trabajo el discurso artístico está muy presente, y es modulado en función del tipo de proyecto y de las necesidades de los usuarios. Hace falta abrir mucho las miras en nuestro país para que modelos como esos sean aceptados y rentables”.
Para Silvia Fernández Palomar, el diseño gráfico tiene repercusión en la ciudad. “Se fija en las personas para las que se diseña y entiende los contextos. El diseño gráfico a veces se malinterpreta como hacer las cosas bonitas, pero es mucho más. Se encarga de entender procesos y de hacer que tengan sentido. Puede ser un formulario para rellenar o una página web, pero también comunicar con claridad mensajes como, por ejemplo, la señalética del transporte, o poner en valor un evento, como en cartelería”.
Lo de unir el arte y el diseño en uno no entra en el vocabulario de Silvia: “Distinguiría entre arte y diseño en primer lugar, siendo ambas importantes. Si hablamos de diseño, creo que en la mayoría de ciudades se sigue sin contar con él como una herramienta más para agilizar trámites o conseguir una relación más estrecha y fácil para los ciudadanos. Poco a poco empieza a haber personas, como Nacho Padilla en el Ayuntamiento de Madrid, que hace que esto empiece a ocurrir. El diseño podría ayudar en cosas menos sexies como los trámites digitales prácticamente imposibles de hacer por uno mismo, en procesos tan frecuentes como facilitar la compra del billete de metro y autobús o en cosas más gráficas como conseguir una marca ciudad o una adecuada comunicación”.
Para ella, Nueva York es un buen espejo en el que mirarse. Con respecto a Madrid, considera que la atención al diseño y la tipografía han mejorado mucho en los últimos años por parte del Ayuntamiento. “Por fin se recurre a profesionales del sector para hacer campañas. Todavía, desde luego, queda mucho. Las campañas son la punta del iceberg, pero estoy deseando ver cómo llega el diseño a las tripas y empiezan a cambiar procesos”.
Cuando paseen por la ciudad en la que viven, fíjense en esos pequeños grandes detalles enlazados con el diseño, las letras, el arte… Lo es todo.