El genio del cocinero Albert Adrià, hermanísimo de Ferran, y el del estudio RCR Arquitectes (Premio Pritzker de Arquitectura en 2017), se han unido en un restaurante como no hay otro en la piel de toro. Se llama, con atino, Enigma (una estrella Michelin), porque evoca la atemporalidad, la desconexión del mundo, y ofrece un paisaje sorprendente, etéreo y misterioso, conseguido con metal, resina, cerámica y cristal.
Abrió sus puertas en el Paralelo de Barcelona en enero de 2017, tras casi un año y medio de obras para hacer de sus más de 700 metros cuadrados una experiencia gastronómica desde el momento en el que se pone un pie en él. El cliente, que debe introducir en la puerta el código que le facilitan cuando le confirman la reserva, emprende un recorrido por las seis zonas en las que se divide el espacio (la de bienvenida, la Cava, la Barra, la Plancha, el Diner y el 41 grados), aunque no siempre sigue la misma ruta. Un equipo de 28 personas prepara, sirve y explica unas 40 elaboraciones para 28 comensales por servicio.
Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta, los socios de RCR, y su colaborador Pau Llimona pensaron globalmente el interior, la iluminación, el mobiliario, la música, los utensilios de los camareros y hasta el vestuario de Enigma. Diseñaron una acuarela gigante, que hizo de guía cromática, con colores como el verde, el gris y el azul. Junto con los techos que simulan nubes, realizados a partir de malla metálica de acero inoxidable, compone el universo Enigma.