Las ciudades fueron creadas para bestias y han crecido de manera salvaje

La arquitecta italiana analiza la nueva normalidad de urbes, viviendas y hoteles, convencida de que debemos volver al modelo constructivo de antes, en el que las casas tenían cocinas más amplias, espacios para el trabajo y balcones.

Un retrato geométrico y colorista es la imagen de perfil de la cuenta de Instagram de Teresa Sapey (Cuneo, Italia, 1962). La arquitecta es, en sí misma, un icono del diseño en España e Italia desde hace dos décadas. Melena midi rubia, gafas de colores, más de 24.000 seguidores en redes sociales y un acento italiano indiscutible. Sapey se ha erigido en una referencia en arquitectura de interiores y decoración de hoteles (con proyectos como Room Mate Bruno en Róterdam, Room Mate Pau en Barcelona, Amor de Dios en Madrid y Nhow en Marsella), en espacios comerciales (con la nueva tienda Gancedo de Madrid) e incluso en aparcamientos como el de la Plaza de Pedro Zerolo de Madrid o el del nombradísimo hotel Puerta de América, también en la capital. Con una visión crítica y responsable sobre lo contemporáneo desde el punto de vista social y arquitectónico, sabe del peso que su oficio tiene en la nueva normalidad en el mundo, donde la concepción de lo doméstico y de lo público se manifiesta como fundamental para lo que está por venir.

Albert Court, Londres – Proyecto residencial de alta gama

Nuance – Durante esta pandemia se ha puesto el foco en los arquitectos como los profesionales que pueden ofrecer soluciones para mantener el distanciamiento social. ¿Cómo cambiarán las ciudades? 

Teresa Sapey – Me ha gustado lo que ha dicho Norman Foster sobre que la COVID-19 no son solo dos metros cuadrados. En nuestra profesión siempre ponemos medidas a todo, pero no todo es cuantificar el distanciamiento. Ya había un macrocambio en las ciudades antes de que llegara el coronavirus. Lo que ha hecho la pandemia es acelerarlo, por ejemplo, con el comercio online y las relaciones con las tiendas físicas. Ya nos daba pereza salir de casa a comprar antes de esto. 

N – Lo que no ha cambiado son los tamaños de las casas en España. Se ha visto que vivimos en espacios pequeños y con poca salida al exterior. 

TS – En general, las ventanas en España son pequeñas, debería haber una ley que marcara que todas las casas tuvieran como mínimo un balcón. Con la pandemia, hay cosas que van a cambiar en los domicilios. Creo que las cocinas van a crecer y volverán a necesitar las despensas, que las habíamos quitado. También se recuperarán las entradas de las casas, es el filtro donde te desinfectas, donde dejas los zapatos, la ropa de la calle… Deben volver las bibliotecas y los espacios de trabajo, porque las casas modernas no los tenían, nos conectábamos a Internet desde el sofá. Estos lugares de trabajo domésticos sí pueden ser un 2×2, como dice Foster, pero deben ser lugares de pensamiento dentro de una casa. 

N – ¿No nos fijábamos antes en la calidad de nuestras casas?

TS – Las ciudades han crecido de manera salvaje; no fueron creadas para el hombre, sino para bestias. No hay casas, hay dormitorios sin más, porque parte de la población pasa mucho tiempo fuera de su domicilio. Ahora estamos obligados a vivir en el espacio doméstico. Además, también nos hemos dado cuenta de que tenemos muebles baratos y malos, porque estaban preparados para usarse poco, y no durante horas y meses seguidos. La calidad del diseño es muy importante, antes no se usaban tanto el sofá, las mesas, las sillas… y no nos dábamos cuenta.

N – Su estudio, Teresa Sapey + Partners, se ha especializado también en la hostelería. ¿Cómo han cambiado los hoteles con la COVID-19?

TS – Muchas cosas han cambiado para siempre. Se ofrecerán cenas, comidas y desayunos en mesa; lo del bufé se ha acabado. A nivel de interiorismo y arquitectura también cambiarán materiales como las moquetas por otros que sean más fáciles de limpiar. Adiós a los cojines decorativos, todo será más minimal y más escueto, para asegurar la desinfección. También las recepciones serán más pequeñas, para evitar las colas de la gente. Aunque hay que decir que los hoteles no son los centros de contagio. 

N – Se ha hablado del papel de los urbanistas durante esta pandemia. ¿Cómo ve su figura de esencial en esta crisis?

TS – Ahora están muy de moda, pero desgraciadamente hay un dicho en arquitectura que apunta que, si hay un oficio que no sirve, ése es el de los urbanistas, pues nunca se ha cumplido lo que han propuesto. Quizá no les han dejado. Pero son las ciudades las que tienen que hacer cambios, sobre todo en la circulación y en la frecuencia del transporte urbano, para evitar contagios. Y eso es urbanismo. 

N – ¿Deben adoptar las ciudades más requerimientos medioambientales?

TS – Durante el confinamiento ha bajado la contaminación, el mundo ha respirado. En Italia han adoptado leyes por las que, si adaptas tu edificio a la nueva normativa de respeto al medio ambiente (instalaciones fotovoltaicas, eficiencia energética…), el Estado te financia hasta el 110% de la inversión. Está toda Italia en obras, es una medida inteligente para reactivar la economía y que el país se convierta en sostenible y verde de verdad. España debería hacer algo similar. 

N – Hace poco presentó un proyecto inspirado en el arquitecto italiano Gio Ponti. ¿Sigue teniendo en cuenta al maestro?

TS – Para mí es el último arquitecto completo, que sabía de construcción, de ingeniería, de decoración, de pintura, de diseño, de mobiliario… Y que, además, le gustaba el arte. Era un artista iluminado. Siempre he sido gran amante de su trabajo, sus proyectos son elegantes y equilibrados, me ha ayudado su sentido de la estética, muy sofisticado. Hizo desde platos hasta rascacielos, y su lema siempre fue “el mejor proyecto es el que vendrá”. Alimentaba lo nuevo, nunca el pasado. 

N – Usted estudió en la Universidad Politécnica de Turín, coincidiendo con profesores como el gran Achille Castiglioni. ¿Siente nostalgia de esos años?

TS – La Universidad Politécnica de Turín es muy conocida porque es una de las más duras, pues también tenía ingeniería, y siempre fue considerada la mejor ingeniería de Italia. Recuerdo la universidad como un gran caos. Eran los años 80, vivíamos una arquitectura muy política, muy de cooperación, con proyectos más de grupo, como se vive también ahora. 

N – ¿Los nuevos arquitectos cooperan más entre ellos y ya no luchan por que su nombre sea una marca en sí misma?

TS – Creo que sí, ahora todos los estudios de arquitectura contemporánea están formados por varios profesionales, y los jóvenes están mucho más abiertos a coproyectar, a codirigir. Se comparten los proyectos y los firman entre varios. Y eso es muy bueno. 

N – En su caso, desde hace un par de años firma sus proyectos junto a su hija, Francesca Heathcote. ¿Cómo es trabajar en familia?

TS – Mucho mejor. Francesca está aportando al estudio una energía nueva, más de hoy. Ha cambiado muchas formas de trabajar, pues tiene una visión del tercer milenio. Me he rejuvenecido y me he quitado muchos marrones. Me siento más ligera, y ahora me toca dedicarme a otras cosas que me gustan más.

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